19 junio 2007

La improvisación como experiencia de desafiliación (tercera parte)

Desafiliación y trabajo experimental

La experimentación es una forma de investigación.

Enfatiza el compromiso de construir mismidad, de parirse a sí mismo. La intensidad, la profundidad del trabajo experimental está ligado a las condiciones de posibilidad que puedan irse construyendo en cada etapa del trabajo y en cada contexto. Dentro de las condiciones una cuestión central es la elección del tema. Experimentar a partir de qué recorte de la realidad. Posicionar un tema para el trabajo experimental es tarea central de la coordinación y de la investigación a partir de la coordinación. Este “qué” temático es una hipótesis que da cuenta del estado de la cuestión al momento presente.
Es actualizar en términos sintéticos lo producido para someterlo a una nueva transformación. El trabajo experimental propone transformar la pregunta en un acto radical del ser. Propone un espacio de implicación profunda. Intenta favorecer la mayor diversidad posible con la mayor articulación posible, y más de una vez se pierde en el intento.
El trabajo experimental requiere, para poder atravesar el mito, como cuerpo de verdad, un diseño de trabajo detallado, minucioso, lo más objetivado posible, los pasos a seguir en un tiempo y espacio dados. Una hoja de ruta que establezca un derrotero y señalice un camino, el proceso, que al momento del diseño es pronóstico desde lo imaginativo.
Esa hoja de ruta es instrumentación para el grupo y la coordinación con la que abordar la exploración de un territorio paradojal, que, sin embargo, soy yo.
Esta restricción es sostén, las paredes del laberinto frente a la labilidad de la producción, una organización del tiempo y espacio donde albergar el proceso de zambullirse en el interior de un cuerpo nutritivo y fagocitante a la vez.
Desde la perspectiva de este trabajo podría pensarse la desafiliación como momentos del proceso, no en el sentido temporal, sino como cualidades de la producción. La exploración como hacer- SE desafilia al sujeto de su identidad previa, pone en suspenso sus pertenencias, hacer en dirección a despojar.
El despojo implica pensar la subjetividad como un proceso donde la praxis- las prácticas sociales- agrega al sujeto la experiencia de quitar una máscara (una forma, un mito, una pertenencia) para acceder a otra que subyace, y otra y otra.
Lejos de la esencia del verdadero rostro; la búsqueda es deconstruir cada vez una rostricidad al estilo del caleidoscopio. Rostridad como constelación de significados que devienen del proceso de construirse humano y transformar el mundo. Despojar de relaciones previas para que la deriva construya relaciones inéditas de las que habremos de despojarnos. Este vacío, esta desterritorialización, es conocimiento, elección de cada sujeto, de cada grupo, y en tanto libre se constituye en condición de posibilidad de un nuevo estado del ser. Se da una alternancia entre este vacío y la vivencia de privación que impone el histórico social en etapas recesivas. Lo complejo consiste en que no se trata de saldar lo segundo (la privación) para poder darse lo primero, sino que la historia individual y colectiva se construye en la simultaneidad de ambos.
La privación, desde esta perspectiva social, no es facilitadora de construcciones culturales que requieren elegir, y elegir con instrumentos. Posicionar el trabajo en improvisación en el sentido de despojar no es reivindicar la privación y el sufrimiento que conlleva; al contrario, es la búsqueda teórica, técnica y existencial para establecer nexos, ritmos en el flujo de una lucha por algo más ambicioso que las pertenencias del dominador.
Los invitados desordenaron la casa que nunca volverá a ser la misma. Del propio sueño al sueño colectivo. Articular lo propio con la experiencia comunitaria del presente y del pasado, de acá y de muy lejos, y también volver a ser uno, instalar nuevos bordes.
La desafiliación tiene potencia, tiene sentido si crea para sí un territorio diferente a la muerte como destino. Proximidad, contacto desde la diferencia. Siempre el poder anda por ahí vaticinando la aniquilación de todo lo exogámico. Pero si cada uno es todo el universo, esa malla palpitante de ser, toda diversidad es fundación. La fe es la fuerza del corazón del cartógrafo que puede romper infinitos mundos porque sabe que siempre habrá mundo que habitar.

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